“Indocumentada sin DACA”: esa es la frase que uso a menudo cuando me presento y explico mi estatus migratorio. Muchas personas suponen que, como elegí continuar mi educación superior, me gradué de una licenciatura y una maestría y cofundé una organización sin fines de lucro, debo ser beneficiaria del programa Acción Diferida para los llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). ¿De qué otra manera podría haber logrado esto sin ser beneficiaria de DACA?
Estoy aquí para decirles que todo es posible. Mientras esperamos una respuesta sobre la legalidad de DACA, por parte de la Corte de Apelaciones del 5° Circuito, millones de personas con DACA podrían perder su protección, seguridad laboral y unidad familiar. DACA nunca ha sido suficiente: ha excluido a muchas personas como yo por varias razones. Algunas personas tenían miedo de presentar la solicitud, otras llegaron a los EE. UU. sólo un día después de la fecha de elegibilidad o simplemente no tenían los medios económicos para cubrir los gastos asociados a la solicitud.
A medida que fui creciendo y obtuve acceso a varios espacios, me di cuenta de que no soy la única que no tiene DACA. Muchas personas como yo son propietarias de negocios, emprendedoras y líderes comunitarias. DACA no es esencial ni define los logros que podemos alcanzar. También, tener una profesión o tener el deseo de continuar estudiando no determina nuestro mérito para recibir alivio migratorio. Quiero que la gente entienda que el miedo que muchas personas están experimentando en este momento es una realidad con la que otras personas vivimos a diario. Hemos luchado continuamente por las protecciones y la regularización para todas las personas. Es hora de unirnos y organizarnos: no podemos conformarnos sólo con DACA. No debemos olvidarnos de nuestros padres y personas mayores que han luchado incansablemente durante décadas.
Necesitamos más espacios y expresiones de gratitud donde podamos unirnos como comunidad migrante sin distinguir entre diferentes estatus. La generación post-DACA enfrenta situaciones críticas, insegura de lo que puede o no puede aspirar a lograr. Cada año, casi 120,000 estudiantes sin estatus migratorio autorizado se gradúan de la escuela secundaria y podrían haber calificado para DACA si el programa continuara aprobando solicitudes. Sin embargo, estos jóvenes se encuentran en un limbo, llenos de sueños, pero limitados por un futuro incierto. Su potencial es inmenso, pero las barreras que enfrentan pueden ser abrumadoras. No se trata sólo del estatus legal, se trata de reconocer el valor inherente y las contribuciones de cada persona, independientemente de su estatus migratorio.
Nuestra comunidad migrante es resiliente y creativa. Hemos creado empresas, fomentado la innovación y fortalecido el tejido de la sociedad. Es imperativo que cambiemos la narrativa de una de limitación a una de posibilidad. Debemos abogar por una reforma migratoria integral que reconozca las diversas experiencias y contribuciones de todas las personas migrantes. A medida que avanzamos, recordemos que nuestra fuerza radica en nuestra unidad. Al apoyarnos y promover políticas inclusivas, podemos crear una sociedad donde todas las personas tengan la oportunidad de prosperar. Trabajemos para construir un futuro donde ninguna persona se quede atrás. Todos los días defiendo a mi comunidad, a las personas trabajadoras, a las personas migrantes, a las personas indocumentadas, a las personas con DACA, a las personas con Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) y a todas las que necesitan apoyo. Es esencial que nos unamos y aboguemos para lograr protecciones permanentes para todas las personas.