Bruce Tyler
Coordinador del Eje de Inequidades Sistémicas en Alianza Americas
Como una red de organizaciones latinoamericanas y caribeñas dirigidas por inmigrantes y que sirven a estas comunidades, Alianza Américas reconoce el Diez y Nueve de Junio (Juneteenth en inglés) como un momento importante en la lucha por la libertad de las personas esclavizadas en las Américas. Tengamos presente que fue uno más en una serie de momentos similares y que el mensaje subyacente de Juneteenth sigue siendo tan importante hoy como lo fue en 1865. Ese mensaje es: Ninguno de nosotros será libre hasta que todos lo seamos.
Muchas personas saben que Juneteenth fue el día en que las personas esclavizadas en Galveston, Texas, "finalmente se enteraron" de que la Proclamación de Emancipación los había liberado más de dos años antes. Aunque esta versión es cierta, sólo cuenta una parte de la historia, y lo que oculta es tan importante como lo que revela.
La Guerra Civil estadounidense y la emancipación que finalmente surgió de ella fueron sólo un momento en una larga lucha por la libertad y la igualdad de las personas negras en todo el continente americano. Comenzó mucho antes y continúa mucho después. Las personas esclavizadas nunca dejaron de intentar ser libres. Años antes, en enero de 1804, se había alcanzado una importante victoria, cuando el pueblo esclavizado de la nación caribeña de Haití ganó una sangrienta lucha contra sus colonizadores y esclavizadores franceses.
Un conjunto de nuevas ideas surgidas en el siglo XVIII puede ilustrarse en la Revolución Francesa de 1789, con su lema "Libertad, Igualdad y Fraternidad" resonando en las calles de París unos pocos años antes de la Revolución. Antes de eso, el 4 de julio de 1776, en la Guerra por la Independencia que libraron las 13 colonias de Norteamérica contra Inglaterra y que finalmente ganaron, se adoptó la Declaración de Independencia que establece que "todos los hombres (sic) son creados iguales, y están dotados por su creador de ciertos derechos inalienables... entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". A comienzos de 1791, una revuelta organizada contra los franceses condujo a la formación de la primera república gobernada por personas negras en el hemisferio, al frente de una nación de personas negras recién liberados. Haití jugó un papel importante en el apoyo a los movimientos por la libertad y la abolición de la esclavitud en toda América.
Al contrario que en Haití, las personas negras de los recién formados Estados Unidos de América seguían esperando alguna esperanza de libertad. Aunque hubo innumerables revueltas y rebeliones grandes y pequeñas, se les negaban incluso los derechos más básicos que Estados Unidos prometía a sus ciudadanos. Esto llevó a Frederick Douglass (1818-1895), quien escapó de la esclavitud en Maryland y llegó a convertirse en uno de los mayores luchadores por la liberación de los negros en la historia de Estados Unidos, a declarar en el discurso que pronunció en una celebración del Día de la Independencia en 1852:
La rica herencia de justicia, libertad, prosperidad e independencia, legada por sus padres, es suya y no es mía.. Este cuatro de julio es suyo, y no es mío. Ustedes pueden celebrar, yo debo llorar.
...
¿Qué es su 4 de julio para el esclavo americano? Yo respondo: un día que le revela, más que todos los demás días del año, la flagrante injusticia y crueldad de la que es víctima constante.[1]
El 22 de septiembre de 1862, el presidente estadounidense Abraham Lincoln emitió su Proclamación de Emancipación preliminar, en la que prometía que el 1 de enero de 1863 todos los esclavos de cualquier territorio aún en rebelión contra la Unión serían emancipados y, a partir de entonces, libres.
Cuando la Proclamación de Emancipación entró en vigor, no se podía aplicar fácilmente porque la Guerra Civil aún estaba en curso. Esto cambió el 9 de abril de 1865, cuando el general confederado Robert E. Lee rindió sus tropas a la Unión, siendo sólo el primero de una serie de generales confederados que se rindieron durante los meses siguientes, haciendo posible la entrada en vigor de la Proclamación de Emancipación.
Sin embargo, la resistencia seguía siendo fuerte entre muchos esclavistas y otros confederados, especialmente en lugares distantes como Texas. Por lo tanto, el 19 de junio de 1865, el general Gordan Granger del Ejército de la Unión emitió la Orden #3. Al hacerlo, no sólo instruía a los tejanos que los esclavos debían ser considerados personas libres, sino que "Se aconseja a las personas liberadas que permanezcan en sus hogares actuales y trabajen a cambio de un salario. Se les informa que no se les permitirá mendigar en los puestos militares; y no se les apoyará en la ociosidad ni allí ni en ningún otro lugar".[2] (énfasis añadido)
Recuerden, ¡la Proclamación de Emancipación no puso fin a la esclavitud en todo el país! Esto no ocurrió hasta la ratificación el 6 de diciembre de 1865 de la 13ª Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos.
Incluso después de la abolición de la esclavitud, la lucha contra la supremacía blanca se hizo más urgente que nunca, ya que los negros de toda la nación lucharon contra el terrorismo y la opresión que representaba. Esa lucha continúa hasta el día de hoy, en la medida en que las personas afroamericanas continúan luchando para superar el legado de más de un siglo de segregación y exclusión, incluso después del fin formal de la esclavitud. Uno de los muchos resultados evidentes de estas políticas es que el patrimonio neto medio (riqueza) de las familias blancas en Estados Unidos es hoy seis veces el de las familias negras.
América Latina y el Caribe también enfrentan historias de esclavitud, colonialismo e injusticia racial. La lucha compartida por la liberación nos une, poniendo de relieve nuestra lucha colectiva contra el racismo sistémico y la desigualdad. En países de toda América Latina y el Caribe, los legados de la esclavitud persisten y se materializan en disparidades económicas, marginación social y prejuicios raciales que persisten. Aún queda mucho por hacer para desmantelar la supremacía blanca y el racismo, incluso en nuestros países de origen y en las comunidades latinas de Estados Unidos, abordando el colorismo y la discriminación dentro de estas sociedades.
Reconocer a Juneteenth como parte de una narrativa más amplia de liberación subraya la importancia de la solidaridad para desmantelar el racismo y construir un futuro más equitativo para todas las personas.